Cada vez que comemos se forma una capa de sarro en nuestra boca, la cual daña el esmalte de los dientes, debilitándolos y haciéndolos mas propensos a desarrollar caries. ¡Y nadie quiere una boca con dientes cariados!… ¿verdad?.
Esa es una de las principales razones que tenemos para cepillarnos diariamente los dientes, pues de un mal cepillado dental o pobre higiene bucal se deriva el mal olor en la boca, producto de la fermentación de los residuos que van quedando en los espacios entre los dientes.
Por el contrario, cuidar los dientes ayuda a prevenir la formación de la placa dental, que es una capa muy fina que se adhiere a los dientes. Tal vez de principio no preocupe demasiado tener placa dental, pero el problema es que es muy pegajosa y actúa como un imán para las bacterias y el azúcar.
Como hormigas en día de campo, las bacterias enloquecen por el azúcar que queda en los dientes y lo descomponen en ácidos que destrozan el esmalte dental, provocando la formación de agujeros en los dientes: las famosas caries. La placa dental también provoca gingivitis, una enfermedad en la boca que provoca enrojecimiento en las encías, además de inflamación, dolor y, en casos extremos, sangrado.
Los residuos de alimento que se quedan entre los dientes se descomponen muy rápido, ¡provocando olores poco agradables para nuestros compañeros y demás personas que nos rodean! Además de pasarla mal al comer, de sufrir dolor e inflamación en las encías y mal olor de boca,… de seguro no te agradará mucho sonreír.
Para evitar la formación de esa dañina placa dental llena de gérmenes y residuos alimenticios mezclados, solo necesitamos cepillarnos bien los dientes. Al lavarnos los dientes después de comer conseguimos también un aliento fresco, además unos dientes limpios te hacen sentir y lucir mejor porque tu aliento es fresco y tu sonrisa agradable.
El cepillado elimina la placa de las superficies de los dientes y alrededor de la línea de las encías; el hilo dental desaloja la placa que se ha formado entre los dientes y debajo de las encías. La forma recomendable de cuidar la higiene oral es cepillar los dientes 3 veces al día durante 2 minutos (después del desayuno, comida y cena) y usar la seda dental para limpiar los espacios interdentales.
También es conveniente usar el enjuague bucal, preferentemente sin alcohol, y una vez al día. Los enjuagues eliminan todas las bacterias, tanto las dañinas como las beneficiosas, de ahí que una sola vez al día sea suficiente. Otra buena práctica son los chicles sin azúcar para cuando comemos fuera y no podemos lavarnos los dientes.
Seguir estos simples consejos además de reducir el riesgo de padecer enfermedades derivadas de una pobre higiene dental, también te da seguridad y prestancia al estar cerca de los demás. Ahora sí: ¡Sonríele a la cámara!